La recreación se puede apreciar desde las primeras muestras de actividad inteligente del hombre. Este documento pretende ubicar el contexto mismo, desde el cual valorar la recreación como una actividad esencial que en el hombre le permite afianzar humanidad.
La Recreación se asume en este documento como una actividad esencial, un quehacer humanizante desde que el hombre aparece en el planeta; ya que buscando transformar su alrededor, le va dando sentido a lo que hace, se sale de la rutina, se proporciona así mismo placer por los nuevos aciertos, satisfacción por la manipulación, bienestar por la seguridad que experimenta, y, sobre todo por sentirse grande en medio de un contexto desconocido e inmanejable para él y sus otros desconocidos.
Asumir de entrada la Recreación como una actividad trascendental, exige, antes de continuar, ubicar al hombre de qué manera asumió los cambios en su contexto primario. Es decir, se hace necesario comprender de qué manera el individuo en compañía de sus otros antiquísimos semejantes implementó maneras para sortear las exigencias prehistóricas propias de un mundo en gestación.
Para adentrarnos en la naturaleza del cambio propia de la Recreación, es imperioso ubicarnos en el más antiguo de los seres humanos, que la ciencia antropológica ha clasificado: el Hombre del Paleolítico. Es hombre porque hay una actividad lítica en la que ocupa su tiempo; manipular la naturaleza para crear herramientas con las cuales poder perdurar lo convierte en un ser pensante y creador de cultura, en este caso, la Cultura de la piedra con la cual comienza a disponer de un tiempo para elaborar instrumentos rocosos con los cuales obtener sus propósitos más inmediatos: atacar, golpear, cortar, triturar, separar, moler sus primeros alimentos.
Esto implicó, lenta y penosamente, el propio reconocimiento de las limitaciones de sus habilidades físicas; es decir, tuvo que haber pasado cientos de años para percatarse que su cuerpo necesitaba incrementar su poder para obtener lo que quería, ya que la fuerza, la precisión y el alcance para cazar sus presas requería de otro tipo de herramientas no corporales. Según los arqueólogos, la piedra se convirtió en la materia prima de la tecnología del hombre del paleolítico; haciéndose homo habilis para poder no sólo alimentarse, sino guarecerse de las inclemencias del clima y a la vez defenderse de las fieras en las cuevas. Su miedo permanente a lo inmanejable y su necesidad de resolver su sustento lo hizo huir y buscar alimento en muchas partes; esto paradójicamente lo llevó a tener mayor dominio de sus destrezas físicas y a conocer muchas formas de alimento; lo enfrentó a nuevos escenarios naturales, desarrolló su capacidad de observación e imitación de los comportamientos animales; trozar, arrastrar, agruparse para cazar, construir nidos, cantar para llamar la atención, aullar para inspirar respeto, nadar, flotar, saltar, huir y cuanta estrategia para protegerse de los animales y de las noches de tormentas, los sismos, los cambios de temperatura (por la estaciones), inundaciones, avalanchas.
Gracias a todo lo anterior el hombre experimenta la necesidad de dominar los animales y la noche lo lleva al descubrimiento del fuego, que acelera, después de ciento cincuenta millones de años la rutinaria cultura de la piedra, apareciendo el Hombre del Neolítico con nuevas técnicas de caza, mejorando sus herramientas líticas, y con la diversificación del lenguaje aparecen nuevas formas de expresión y de relaciones sociales que profundizan sus necesidades, sus angustias y sus miedos.
Para poder comprender el impacto que produjo en el Paleolítico el fuego sobre el, homo erectus, es oportuno en este momento ubicarnos en contexto agrestemente natural; sin ningún tipo de las comodidades que conocemos hoy en día; sin ningún lugar a dónde ir, con nulas alternativas, sin mucho de dónde escoger y a merced de lo desconocido, donde el lenguaje común era el miedo a lo ignorado.
El gran avance en el Paleolítico fue provocado, más exactamente, por la DOMESTICACION del fuego, ya que éste existía en su forma natural; producido por incendios provocados por rayos o volcanes en erupción. En principio de forma inadaptada, el hombre lo capturó, conservó, transportó y reprodujo. Se sirvió de él para calentarse, asar alimentos, lo convirtió en el epicentro del "hogar": centro de la vida social y elemento integrador en el entorno humano. Con el fuego aparecen los primeros “campamentos” organizados, al aire libre o en cuevas. Este es el origen del verdadero cambio psicológico de la humanidad y del desarrollo de estructuras sociales.
Alrededor del fuego los cazadores relatarían sus hazañas, se organiza la caza del día siguiente, se relatan historias (mitología ya presente) y se refuerzan los lazos que unen a la familia y al clan (intercambios culturales que constituyen la base del progreso tecnológico y cultural).
Ya para el paleolítico, el hombre maneja un lenguaje, deja de ser un homo erectus para convertirse en un homo sapiens; es decir, requiere de una estructura social para actuar con un sentido de vida. La organización era a base de grupos reducidos de individuos para poder explotar los recursos de un área sin agotarlos y cubrir las necesidades mínimas del grupo que se ha calculado entre 20 y 30 personas (dependiendo de los recursos accesibles). Su existencia está ligada también a la existencia de conexiones con otros grupos para formar redes de intercambio matrimonial (si un grupo se aísla surge la endogamia y con ella la extinción del mismo al cabo de un tiempo) y de información.
Vienen las grandes glaciaciones (50 mil años antes de nuestra era) y con ella, la exigente búsqueda de lugares aptos para vivir, la capacidad de aprendizaje demostrada en la habilidad de enseñar a sus contemporáneos, de construir, de diseñar, de transmitir, de evitar el dolor, de mejorar las acciones; lo convirtió en un homo sapiens sapiens Los restos de los grandes mamíferos de esta época pueden responder a actividades de carroñeo de grandes animales (macromamíferos: elefantes, hipopótamos, rinocerontes) muertos por causas naturales o de los restos dejados por otros animales. Las actividades de caza de los grandes hervívoros requerirían la cooperación de varios grupos, que aportarían grandes cantidades de carne y reforzarían los lazos sociales.
Fuego:
· Identificar la virtualidad
· Reconocer la posibilidad de crear otras imágenes
· Descubrimiento del otro que a la vez es igual y distinto a mí.
· Acercar lo lejano.
· Empezar a darle cabida al miedo como algo interno.
· Manipular lo incomprensible.
· Reconocer el propio poder (Hacer bajar el sol)
· Ambicionar mucho más por poder manipularlo lo que está más lejano.
· Concepción de poder
· Contrastar oscuridad de luz.
· Desarrollar pensamiento dialéctico: Adentro/afuera; luz/oscuridad